martes, 21 de junio de 2022

2022 CUENTO: EL OTRO YO. UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD.

 

TEXTO 1:  EL TEMA

La identidad

La identidad personal; explicamos en qué consiste, sus características, elementos, cómo se construye, y la identidad social.






TEXTO 2 :  EL AUTOR



TEXTO 3:  PERÍODO LITERARIO

GENERACION DEL 45


La Generación del 45 hace referencia a una generación de autores uruguayos, principalmente escritores de diversos géneros (aunque también incluyó músicos y pintores) que surgieron artísticamente desde 1945 a 1950 Sus integrantes fueron parte de un fenómeno social, político y cultural el cual tuvo una influencia determinante en la identidad intelectual uruguaya contemporánea.

REPRESENTANTES DESTACADOS

Entre los escritores que pueden ser citados dentro de esta generación están Carlos Maggi, Manuel Flores Mora, Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal, Carlos Real de Azúa, Carlos Martínez Moreno, Mario Arregui, Mauricio Muller, José Pedro Díaz, Amanda Berenguer, María Inés Silva Vila, Tola Invernizzi, Mario Benedetti, Ida Vitale, Idea Vilariño, Líber Falco, Carlos Brandy, María de Montserrat, Giselda Zani y Armonía Somers.


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Cuando abordamos la historia narrada en “El otro yo”, inmediatamente resalta ante
nosotros la existencia de dos personajes en conflicto. Mario Benedetti asume con
magistral pluma, el juego de conciencia del hombre de su siglo. Esa conciencia
conflictiva y mordaz con su propia existencia.
ANÁLISIS 

Cuando abordamos la historia narrada en “El otro yo”, inmediatamente resalta antenosotros la existencia de dos personajes en conflicto. Mario Benedetti asume conmagistral pluma, el juego  de conciencia del hombre de su siglo. Esa concienciaconflictiva y mordaz con su propia existencia.


Al ocuparnos de “El otro yo”, nos encontramos con un escritor polifacético quehace de su narrativa breve una parte fundamental en el conjunto de su obra. Estenarrador, como bien lo dijo Sofía Rodríguez (2001), es de los que navegan por lasaguas   fronterizas   entre   poesía   y   novela,   apresando   un   matiz   semipoético   yseminovelesco, que sólo es expresable en las dimensiones del cuento.           El  cuento   de  Benedetti,  superar  el  cerco  de  lo  que  los  hombres  llaman«realidad»  (2001),  y   logra esa  tensión  narrativa relacionada con   el  ritmo  de   lanarración, es decir, que el autor dosifica las piezas argumentales para no revelardemasiada información o bien muy   pronto   o   demasiado   tarde.   En   este  sentido,saber proporcionar el grado de  información   adecuada   en   cada   momento   es un“arte” que todo buen escritor ha de dominar y que un buen lector debe  conocer.(Rodríguez, 2001)


De   este   modo   en   “El   otro   yo”,   a   través   de   esa   tensión   narrativa,   nosenfrentamos  a  un  conflicto   de   conciencia,  que  tiene   su   accionar  en  la   mismaexistencia del personaje, en su entorno, en sus emociones e ilusiones.  Armandose cuestiona a sí mismo y cuestiona a su otro yo, al grado de provocar la fatalidad.


La conciencia es  el conocimiento que un individuo tiene de sí  mismo y delambiente en el que se encuentra.  (Smith, et al. 2003, p. 720)         Incluye, como lo  podemos ver en  el cuento, los sucesos que ocurren en elambiente,   las   sensaciones   corporales,   los   recuerdos,   los   pensamientos,   losprocesos de toma de decisiones y de resolución de problemas: “Al muchacho lepreocupaba mucho su   Otro   Yo y   le   hacía sentirse incómodo frente  a   susamigos.” (Benedetti, 1968)

Quién es realmente el “Otro Yo”, sitúa como punto principal que este personajerepresenta una   diferente  actitud y  personalidad   alojadas en el   pensamiento  deArmando, solo que era un grado tan inconsciente que hasta cuando se da muerteal “Otro Yo” Armando es el que muere realmente y él no se percata de esto hastaque ve que sus amigos no notan su presencia cuando pasan cerca de él. Ahora siobservamos cuidadosamente, nos damos cuenta que el “otro yo” es el personajeprotagónico porque  sin  él no existiría la  historia   como la conocemos. Eso   es  elconflicto de conciencia y lo que representa para mí este mencionado personaje
Análisis El otro yo, 




LEAMOS...























Cuando abordamos la historia narrada en “El otro yo”, inmediatamente resalta ante
nosotros la existencia de dos personajes en conflicto. Mario Benedetti asume con
magistral pluma, el juego de conciencia del hombre de su siglo. Esa conciencia
conflictiva y mordaz con su propia existencia.
En este Artículo, tratamos entonces, de acercar la mirada del lector al texto,
permitiéndole interpolar la lectura y hacerlo trascender en el escenario de la razón
pudiendo mirar al personaje (Armando) tal y como es dentro del entorno en el cual
sobrevive, son sus emociones, conflictos e ilusi.
Cuando abordamos la historia narrada en “El otro yo”, inmediatamente resalta ante
nosotros la existencia de dos personajes en conflicto. Mario Benedetti asume con
magistral pluma, el juego de conciencia del hombre de su siglo. Esa conciencia
conflictiva y mordaz con su propia existencia.
En este Artículo, tratamos entonces, de acercar la mirada del lector al texto,
permitiéndole interpolar la lectura y hacerlo trascender en el escenario de la razón
pudiendo mirar al personaje (Armando) tal y como es dentro del entorno en el cual
sobrevive, son sus emociones, conflictos e ilusiones.




domingo, 8 de marzo de 2020

¿INOCENTE O CULPABLE? CRÓNICA DE UNA DUDA.

(Extraído de 4° curso ESO.  Nieves Garijo y Libe Villa)

Contextualización de la propuesta: 

La crónica de sucesos supone un tipo de texto atractivo para el acercamiento al conocimiento y comprensión de los textos periodísticos en general, y la narración periodística en particular. Hay episodios literarios que se prestan a ser “cronificados” según las pautas del género interpretativo de la crónica periodística. 
En concreto, el relato de Borges Emma Zunz resulta muy adecuado a la transformación por su carácter de “suceso policial” y su estilo cercano a la narración periodística. Así pues, la finalidad de esta secuencia será convertir un texto literario en una crónica periodística para que sea publicada en el periódico escolar del centro. 



















































































UNIDAD I Diálogo: Literatura y efecto estético

OA 2: Reflexionar sobre el efecto estético de las obras leídas, evaluando cómo la obra dialoga con las experiencias personales del lector y sus puntos de vista sobre diversas problemáticas del ser humano.


LECTURA ORAL:

El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron , a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida. 
Nueve o diez líneas borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había fallecido el tres de la corriente en el hospital de Bagé. Un compañero de pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Feino Fain, de Río Grande, que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto.

Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de macho en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto continuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo , y seguiría sucediendo sin fin. Recogió el papel y se fue a su cuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si fuera algún modo y conociera los hechos ulteriores . Ya había empezado a vislumbrarlos , tal vez; ya era la que sería.
En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días felices fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos en una chacra , cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó los anónimos con el suelto sobre «el desfalco del cajero», recordó (pero eso nunca lo olvidaba) que su padre, la última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal, Aarón Loewenthal, antes gerente de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, ​​desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera a su mejor amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizás creía que el secreto era un vínculo entre ella y el ausente . Loewenthal no sabía que ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.


No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto en su plan. Procuró que ese día, que le resultó interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se declaró, como siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa en un club de mujeres, que tiene gimnasio y  pileta . Se inscribieron; tuvo que repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares que comentan la revisión. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutieron a qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se detuvo de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico ... De vuelta, preparó una sopa de tapioca y unas legumbres , comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.
El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud , y el singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no tenía que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas alcanzar la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa que el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; pidió por teléfono a Loewenthal, insinuó lo que deseaba comunicar, sin que lo supieran las otras, algo sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz; el temblor convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable será esa mañana. Emma necesita hasta las doce y fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los pormenores del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y recapituló, cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa final sería menos horrible que la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la justicia. De pronto, alarmada, se rápidamente y corrió al cajón de la cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde había dejado la antena, estaba la carta de Fain. Nadie podría haberla visto; La comenzó a leer y la rompió.


Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova… 
Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otras mujeres. Dio al fin con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada. El hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en el que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que se cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman.
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o finlandés, no hablaba español; fue una herramienta para Emma como esta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia.
Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la mesa de luz estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como antes había roto la carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día… El temor se perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse. En el cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran; en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Paradójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el fin.

Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer -¡una Gauss, que le trajo una buena dote!-, pero el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones. Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a la ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz.
La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la sentencia que el señor Loewenthal oiría antes de morir.
Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron así.
Ante Aarón Loewenthal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello. No podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada, tímida, pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres, dio a entender otros y se cortó como si la venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua. Cuando este, incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor, Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces. El considerable cuerpo se desplomó como si los estampidos y el humo lo hubieran roto, el vaso de agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de la cara la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no cejaban; Emma tuvo que hacer fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión de brusca sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa. Emma inició la acusación que había preparado (“He vengado a mi padre y no me podrán castigar…”), pero no la acabó, porque el señor Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó a comprender.
Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó los quevedos salpicados y los dejó sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con esas y con otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble… El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga… Abusó de mí, lo maté…

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; solo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.
FIN

LENGUA Y LITERATURA 2020

Este año, las bases curriculares de la asignatura han sido ajustadas, es decir, fueron actualizadas por el Mineduc orientándolas hacia el proyecto de educación para el siglo XXI.



En la formación general o plan común general la asignatura de Lengua y Literatura III medio integra los ejes de:

  • Comprensión: se refiere a la interpretación literaria y la lectura crítica.
  • Producción: incorpora la escritura de diversos tipos de géneros textuales para comunicar, argumentar, explorar creativamente el lenguaje. utilizando entre otros, el diálogo argumentativo.
  • Investigación:  corresponde a la investigación de diversos temaspara enriquecer la lectura y el análisis de los textos y/o asignatura.


UNIDADES DE APRENDIZAJE:

UNIDAD 1  
DIÁLOGO: LITERATURA Y EFECTO ESTÉTICO


UNIDAD 2
ELABORAR Y COMUNICAR INTERPRETACIONES LITERARIAS


UNIDAD 3
ANÁLISIS CRITICO DE GENEROS DISCURSIVOS EN COMUNIDADES DIGITALES.

UNIDAD 4
EVALUAR Y PRODUCIR GÉNEROS DISCURSIVOS

domingo, 26 de marzo de 2017

TIPOS DE TEXTOS

Unidad I:

Recepción y comprensión 

de la obra literaria


A.E.:Identificar y enunciar rasgos que caracterizan a una obra literaria y la diferencian de los textos no literarios.     👀 

A la hora de leer surgen textos de tal diversidad que pueden reunir más de una tipología en un solo escrito, sin embargo, es posible realizar una clasificación de los tipos de texto resumiéndolos en las siguientes categorías principales, por ejemplo: 


I. SEGÚN  FINALIDAD  COMUNICATIVA

1.- Texto informativo: Informa de algo sin intentar modificar la situación.




2.- Texto directivo o instructivo: incita al interlocutor a realizar alguna acción.  Los textos directivos o instruccionales son los aquellos que nos dan instrucciones , consejos o normas


  • FÍJATE  EN  EL  USO  DEL  LENGUAJE:



EJEMPLOS DE TEXTOS INSTRUCTIVOS








3.- Texto  predictivo: son aquellos que se refieren a hecho o estados futuros. Los textos instructivos tienen como objetivo instruir al receptor para regular su comportamiento en el futuro, ayudan al receptor dirigiendo, enseñando, ordenando o aconsejando realizar determinadas acciones




4.-Texto  persuasivo:  Quieren  convencer  o persuadir  al  lector.





5.-Texto  literarios: